Francisco Javier Gil Rodríguez
Imagen 1: Corral de Los Garañones,
visto desde el Alto de Los Garañones, Amurga, 1990.
Foto: Francisco Javier Gil Rodríguez
Imagen 2: Toponimia menor, zona del
Corral de Los Garañones, octubre de 1990.
Foto: © 2013 Google, © 2013 GRAFCAN, toponimia
realizada por Francisco Javier Gil Rodríguez
La cultura
rural de las islas guarda una riqueza etnográfica de indiscutible entidad y
calidad. Cada pueblo, cada cortijo, cada caserío, presenta peculiaridades
únicas, manteniendo hábitos inmemoriales por medio de la tradición oral. Hasta
hace muy poco tiempo, esa tradición oral, era la única que permitía conservar y
transmitir de padres a hijos gran cantidad de acontecimientos, cuentos,
tradiciones, usos y formas de ser propios, relatados a través de la niebla del
tiempo, de generación en generación.
Este
saber tradicional empezó a tambalearse y a desaparecer progresivamente a partir
de los años 60, con la llegada del turismo y el arruinamiento de los medios
clásicos de la economía isleña: la agricultura, la ganadería, la pesca y los empleos
artesanales, en aras de una vida más cómoda y moderna. Además, el traslado
precipitado de mucha población de los núcleos del interior hacia nuevos pueblos
crecidos rápidamente en la costa, a la vera de la industria turística, junto a
los medios de comunicación, que traen la visión de otras formas de vida ajenas,
conducen a la creación de una aldea global que uniformiza a las personas y
desarraiga a las culturas independientes.
La
tradición oral en Canarias, se conserva todavía, deshilachada en la memoria de
nuestros mayores, que fueron partícipes y actores de esa cultura, que hoy se
encuentra en el trance de la desaparición. Esa tradición está por descubrir en
su mayor parte, debido al carácter intrínseco de la misma, que requiere
contadores de historias y audiencias para ellas. Los narradores tienen cada vez
menos público que escuche con agrado sus relatos, con lo cual, será la
desaparición física de éstos la que señale el fin de muchos cuentos, pues al no
estar escritos se desvanecerán sin remedio.
Hasta
hace pocos decenios era normal ver a muchos ancianos sentados en las plazas
públicas o a las puertas de sus casas relatando sus avatares, sus leyendas y
sus cuentos, y era bastante curioso comprobar que tenían público, especialmente
infantil, que los escuchaba con atención y respeto.
Desafortunadamente
esta costumbre va desapareciendo progresivamente y cualquier anciano al que se
le solicite narraciones o historias del pasado reaccionará con suspicacia y
desconfianza la mayoría de las veces.
Por
eso tiene un valor excepcional el hallazgo de un narrador dispuesto a compartir
y contar sus historias de antes. El
cuento de “El Corral de Los
Garañones” (Imagen 1) lo escuché por primera vez hacia 1988, en la palabra
de Don José García Perera (Imagen 3 y 4), pastor de Lomo Gordo, Lomo de Maspalomas
y Amurga (zonas pertenecientes al municipio de San Bartolomé. de Tirajana, en
la isla Gran Canaria). Después, la volví a oír en boca de otros pastores. Unos
la conocían mejor que otros, pero el núcleo de la historia no cambiaba, por lo
que deduje que el relato tiene raigambre y tradición en la zona.
Imagen 3: Don José García Perera, Lomo
de La Carretera, Amurga, 1990.
Foto: Francisco Javier Gil Rodríguez
Imagen 4: Don José García Perera,
Cerro Las Pasaillas, Amurga, febrero de 1996.
Foto: Francisco Javier Gil Rodríguez
Es la
versión del citado Don José García Perera la que seleccioné para transcribir el
cuento. El mentado pastor de cabras, además de conocer la fábula en cuestión, sabe
ubicar in situ dónde está el Corral
de Los Garañones (Imagen 2); sus padres, él y sus hermanos realizaban las
tareas propias de su oficio, a escasos metros del mencionado corral, en el
lugar denominado Cueva de El Corral o también conocido como Cueva de Los García,
situado en La Cañada de La Fuente o llamada igualmente Cañada del Agua. Me habló
de historias, toponimia menor, e hizo especial mención a las apañadas de ganado
salvaje… Y así, me nombró el lugar anexo a la Cueva del Corral (Imagen 2, 5, y
6), llamado Pared de Las Higueras (de las higueras, ni rastro, tristemente), un
impresionante muro artificial de piedras que impedía a las cabras escaparse
(Imagen 7 y 8). Las partes más bajas de la pared, eran cubiertas con palos y
matos de quita y pon.
Imagen 5: Cueva del Corral, Cañada de
La Fuente, Amurga, octubre de 1990.
Foto: Francisco Javier Gil Rodríguez
Imagen 6: Cueva del Corral, Cañada de La
Fuente, Amurga, octubre de 1990.
Foto: Francisco Javier Gil Rodríguez
Imagen 7: Pared de Las Higueras,
Cañada de La Fuente, Amurga, octubre de 1990.
Foto: Francisco Javier Gil Rodríguez
Imagen 8: Pared de Las Higueras,
Cañada de La Fuente, Amurga, octubre de 1990.
Foto: Francisco Javier Gil Rodríguez
Antes
de relatar la historia propiamente dicha, situaré al lector sobre el terreno.
Amurga es una isla dentro de la isla. Es un imponente macizo rocoso situado al
sur, dentro de la Caldera de Tirajana, emergiendo del terreno circundante hasta
los 1.131 metros de altura, en la meseta que recibe el mismo nombre estando
limitado al oeste por el Barranco de Fataga, al este por el Barranco de
Tirajana y al sur por el mar. El nombre de Amurga, se aplica a la cumbre y por
extensión, a toda la zona, desde lo más alto hasta la costa. Así, las
localidades de Tarajalillo, Aldea Blanca, La Barrera o el Lomo de Maspalomas
pertenecen a la unidad geográfica de Amurga.
No se
sabe con total seguridad el significado del topónimo Amurga.
A continuación, presento diferentes posibilidades:
1. Origen
castellano. La palabra de fonética similar al
topónimo Amurga es amusgar. La
Real Academia Española define el término como “echar hacia atrás las orejas el caballo o el toro, etc..., en ademán
de querer morder, tirar coces o embestir”. Además, es oportuno apuntar que
los pastores y agricultores de Gran Canaria, denominan a una cabra sin orejas
como una cabra o jaira murga, y si
fuera macho, como macho murgo. Para los
vocablos murga y murgo, no he encontrado en diccionarios de lengua castellana,
ningún sinónimo con la acepción anterior.
2. Origen
pre-colonial. En los diferentes manuales de lengua Tamazight
(bereber) que he consultado, los términos más próximos son el sustantivo Almuggar (“feria
anual, lugar de encuentro, romería”) y el adjetivo Amgar (“grande”).
En
la isla de Gran Canaria se localizan topónimos de similares características al
de Amurga, en dos territorios diferentes. En primer lugar, las variantes
toponímicas Murga o La Murga, en la citada área de Amurga; y
en segundo lugar, situado en la zona de La Aldea, se halla el topónimo Amurgar.
La
zona de Amurga era propiedad comunal de toda la isla. Cuando el frío apretaba
en las cumbres, los pastores tiraban para esta parte de la ínsula, que en los
años buenos tenía asegurados el pasto y el agua. La actividad económica de
estos lugares (hoy casi deshabitados) era intensa. Existían grandes ganados,
predominantemente de cabras, ovejas y cochinos. Acudían a Amurga pastores y
ganaderos procedentes de territorios lejanos como Valsequillo y Tejeda o de sitios
más próximos, como Gitagana, Artedara, Fataga, Los Sitios, Aldea Blanca,
Sardina o Lomo de Maspalomas (Tirajana). Igualmente, vivían y trabajaban en
Amurga, carboneros (que carboneaban entre el pinar y los hogarzos), salineros y
pescadores en la costa ,y pequeños agricultores en vegas aisladas.
La vida
diaria de los pastores incluía el encuentro regular entre ellos, con peleas de
carneros, apañadas de ganado guanil, y como no, el intercambio de relatos y
cuentos. Una de las historias que se contaban es la que da título a nuestro
artículo: “El Corral de Los Garañones”.
El
Corral de Los Garañones es un topónimo que aparece por primera (o ésta es la
referencia más temprana de la que dispongo), en el año 1785 [1], cuando el
nombre se menciona en los archivos sobre los pleitos de la propiedad de las
tierras de Amurga, ya que unos pocos querían quedarse con lo que
tradicionalmente había sido propiedad comunal de todos los vecinos de la isla.
Garañón
tiene un significado claramente ganadero: con él se designa a un animal
doméstico macho destinado a la reproducción, un semental equino, sea asno,
caballo, o incluso, un camello. En Canarias, la denominación se aplica también
a los machos cabríos. Y he escuchado a algunos pastores decir: “El caballo está engaroñado”, queriendo
significar que el caballo está dispuesto a cubrir la yegua. Cuando pregunto a mis
informantes por el origen de la denominación del Corral de Los Garañones,
ninguno me aclara su origen o el porqué de tal nombre. Este topónimo no aparece
aislado y se conocen, en la isla de Gran Canaria, otras localidades que
comparten términos parecidos o coincidentes como Lomo Garañón, en el municipio
de Mogán; Los Garañones, situado cerca de la Presa de Hornos, en los Llanos de la
Pez y Pargana, en el término municipal de Tejeda; y otra vez, Los Garañones, en
el Ayuntamiento de Agaete.
Antes
de contar la historia debo describir someramente el Corral de Los Garañones.
Según el pastor Don José García Perera, el aprisco que él primeramente conoció,
estaba formado por dos corrales unidos entre sí. Fue la propia familia García
Perera la que amplió el corral, dándole la planta actual rectangular, quedando
justo en el medio los cimientos de las antiguas paredes (Imagen 1).
EL CORRAL DE LOS GARAÑONES [2]
“Cuentan que había un pastor de Amurga que decidió irse a la isla de Cuba, (bien
porque no le gustaba la dureza de su oficio, bien porque varios años secos
habían arruinado su ganado), para conseguir un pronto enriquecimiento, que se
le negaba en su propia tierra. Su padre se quedó con el ganado en el mismo
lugar, y él se embarcó rumbo a La Habana.
Tras un tiempo en la isla, nuestro pastor no hacía fortuna y la vida era
tanto o más dura que en Canaria [3].
Dicen que en Cuba hay mucha brujería, así que el hombre en busca de fortuna
decidió acudir a un brujo Sajorín para ver si podía poner remedio a sus
tribulaciones.
El brujo le dijo:
-La fortuna suya está en Canaria.
-¿En Canaria…? Si yo vengo de allá en busca de mejor suerte…
-Sí, sí señor, en Canaria está su fortuna. Y le voy a decir dónde. Está en
el Corral de los Garañones, en Amurga. En el centro hay una piedra grande y en
ella se echa todos los días un “macho rucio” [4], que entra primero que el
resto del ganado.
-¿Y qué es lo que hay allí? –preguntó el pastor intrigado porque el brujo
señalaba un lugar que conocía bien.
-Pues allí está la suerte suya. Usted se lleva agua bendita y con ella
rocía la piedra, luego la rompe y ahí, encuentra la fortuna.
El pastor no tardó en regresar de Cuba a Canarias. Se reunió con su padre y
su ganado y pone en obra lo que el brujo le había indicado.
Primero sacan el ganado a pastar y al traer de vuelta el ganado hasta el
Corral de los Garañones, observan que el primer animal que entra por la puerta
es el “macho rucio” y que se echa sobre la piedra. El pastor trajo agua bendita
y roció la piedra con ella. Luego con un marrón la rompió en dos. ¡En el
interior de la piedra había un zurrón lleno de monedas, llenito de dinero!”.
BIBLIOGRAFÍA Y NOTAS
1] Vicente
Suárez Grimón, La Propiedad Pública, Vinculada y Eclesiástica en Gran Canaria,
en la crisis del antiguo régimen. Tomo I, pag.306, año 1987. Cabildo Insular de
Gran Canaria.
2]
José García Perera, información oral, año 1988. Lomo de Maspalomas (San Bartolomé
de Tirajana). Pastor de Lomo Gordo, Lomo de Maspalomas y Amurga.
3]
La gente mayor de Canarias aún denomina así a la isla de Gran Canaria.
4]
Macho cabrío de color blanco gris.
Imagen 9: Ganado de Don José García Perera,
Lomo de La Abejerilla, Amurga, 1996.
Foto: Francisco Javier Gil Rodríguez
Muy buen post y bonita historia. Gracias por no dejar que parte de nuestra cultura desaparezca en el olvido. Estuve por allí el año pasado y me encantó el lugar. Saludos.
ResponderEliminarGracias por el comentario. Opino que es bueno defender la cultura propia. Saludos.
EliminarAmurga = el lugar donde se sueña ... En Tenerife está la variante Chamorga, que es Amurga pero en femenino
ResponderEliminarhttps://imeslan.com/2017/09/20/amurga/
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